A lo largo de algunas semanas, lo que dura el armado de una gran ilustración (BUHO) llena de detalles, Luis recorre, dentro de su estudio, su obra y su vida en primera persona, pero también en un “nosotros” (junto a su esposa Marta Vicente, también artista visual) construido a pesar de los obstáculos, la persecución, el exilio, el sistema cultural. El documental comienza ya en plena búsqueda de las obras que Luis reconoce como personales y representativas de su vida, esta búsqueda individual e íntima es atravesada en mínimas ocasiones por algún almuerzo familiar, algún que otro amigo/a ocasional que los visita, sus nietos, sus caminatas por su jardín y la montaña mendocina, a la que ha vuelto luego de casi 40 años de vivir en Buenos Aires. También atraviesan sus dibujos los textos escritos y leídos por Luis: sueños y obsesiones que ha puesto en palabras punzantes y lucidas.