El sol cae sobre el cuerpo cansado de los trabajadores de los limones. Una piedra mágica a la que se le pide deseos de abundancia parece resguardar los últimos sueños de las personas que se dedican a esta ardua tarea. Los días se repiten en una naturaleza densa y desigual que parece absorber palabras, animales, árboles, montañas, vegetación, todo. En cada rincón de Alpachiri se siente agonizar un mundo viejo que se representa en el cuerpo enfermo y explotado de los trabajadores, y que se contrapone a los ojos brillantes y jóvenes de Lucia que intenta curar mediante deseos y rituales un mal que proviene de la tristeza de la tierra.
Con una mirada incisiva sobre el paisaje rural del norte argentino y el trabajo del cuerpo como símbolo de una naturaleza femenina que articula resistencias a los modos extractivos y masculinizantes, la cinta amalgama una sensibilidad ecofeminista que va más allá de lo racional y propone emociones y sentimientos que se articulan poéticamente.