Como una premonición o una amenaza, las aves de rapiña sobrevuelan Rosillas. Abajo, entre los hombres, el resentimiento crece: la sequía no da tregua, y la corrupción y la avaricia de los de arriba han dejado sin agua las tierras de Gregorio. Allí ya nada crece y hasta su única vaca se ha ido. Ante sus reclamos, en la comunidad reina un silencio que no se sabe si obedece a la inercia o a la resignación. Ni su hijo ni un posible nuevo amor parecen darle la esperanza de un futuro. A cada paso Gregorio se va sumiendo en la obsesión y la violencia que anida en el pueblo se vuelve cada vez más palpable. Enraizada en un espacio omnipresente que es testigo, espejo y razón de los profundos conflictos sociales que atraviesan los protagonistas, y con un tono seco y un tratamiento visual que la tiñen de western, Los de abajo construye una metáfora geográfica precisa para darle cuerpo a la desigualdad.